Novela romàntica y sus matices

INVESTIGAN AL PRETENDIENTE Y COMIENZA EL MARTIRIO


Daña Ena pensó una y otra vez en la persona que lo podía ayudar para recopilar información de Anthony y sus amigos. De pronto, se le encendió el foco de la mente y se acordó de un personaje que vivía en el mismo paraje: Doña Gertrudis, conocida como la Tula Cuecho tèrmino que la identifica por ser líder en calumnias, chismes y falacias (un modismo), sin más titubeo, doña Ena fue a visitarla.

–Hola, doña Gertrudis, ¿se acuerda de mí? Creo que le extraña mi visita.

–Un poco, pero es un placer que esté en mi casa. Siéntese, ¿y ese milagro, mujer?

–En primera instancia, vengo para saludarla, y en segundo lugar, para preguntarle si conoce a un muchacho de nombre Anthony y a sus amigos.

–Oh, sí los conozco. Viven cerca de aquí. ¿Qué sucede con ellos? –preguntó doña Gertrudis, extrañada.

–Anthony pretende a mi hija Antonella, y quiero saber de su comporte –comentó doña Ena.

–Los padres de Anthony y los demás son una maravilla, serios y muy responsables, pero ellos son un completo desastre, y más el rondador de tu hija. Es un perillán, malandrín y paleta de primera clase. En escena, da la apariencia de ser santo justiciero, pero tras bambalina es un canalla. Se la da de importante y es un paria. Tan ingenio es, que los cantos de sirena que le entonan los borregos, fontoches y peleles de su piñal; le hacen creer que es el delegado de Cristo para hacer entereza en este  sitio. –acusó doña Gertrudis.

–Oiga, eso suena grave. ¿Qué fechoría ha hecho ese patán? –interrogó doña Ena.

–Muchas, pero de manera particular, recalco el daño que le causó a mi hija.

–¿Qué le hizo a su hija? –preguntó, inquieta, doña Ena.

–La ilusionó y luego la dejó plantada como la novia de Tola. Mi hija se enamoró de él y no puede olvidarlo. Eso me martiriza. Si su hija no se pone a la expectativa, le va a pasar lo mismo, y eso no se lo deseo a nadie –recalcó doña Gertrudis.

–¡Qué horror! . Ese paleta es experto para liar según veo. En esa trampa está cayendo mi hija. ¿Y lo demás son iguales? –preguntó doña Ena, exaltada.

–¡Oh si! Son unos pillos, jocosos, holgazanes, vagabundos, boquilleros, chocarreros, malévolos y fanfarrones. Además, son marihuaneros y drogo. Qué se puede esperar de esos malandrines perversos. Repito, pero el más maleante es ese tal Anthony. Es una facundia, un flagrante pandemónium. –aseguró doña Ena.

–¿En qué clase de aventura anda ese ruin? –preguntó, enfadada, doña Ena.

–Es un andan dique. Nunca está en el mismo lugar. Ahorita está aquí, luego en la Ciudad Universitaria, después en la capital, y así sucesivamente.

–¿Tiene familiares en León  y en la capital? –interrogó doña Ena.

–En la Ciudad Metropolitana, sus padres tienen una casa, y a Managua va a aprender clases de danza y otras malas costumbres. Después viene a instruir a las demás lacras, y una vez completadas las orientaciones, se vuelven insoportables. Aquí nadie los quiere ver ni pintados en las paredes –informó doña Gertrudis.

–¡Qué terrible, lo que me imaginaba! –exclamó, asombrada, doña Ena.

Doña Gertrudis se alegró y empezó a tratar con más confianza a doña Ena.

–¿Pero qué impresión tienes de tu hija al respecto? –preguntó, con énfasis, doña Gertrudis.

–Tengo la impresión de que está enamorada de ese infame. Lamentablemente, tengo que aceptar esta amarga realidad –respondió, cabizbaja, doña Ena.

–¡Pobrecita tu hija, dónde va a ir a parar, a la cueva del león! Pero debes hacer hasta lo imposible para impedir esa relación –advirtió doña Gertrudis.

Vea màs en el siguiente enlace:

http://www.bubok.es/comprar/Anthony–y–Antonella/id=18876

Esta entrada fue publicada en Sin categoría. Guarda el enlace permanente.

Deja un comentario